al otro lado del muro.

El pasado 7 de diciembre EP publicó que un juez de Jaén ha condenado a un año y medio de prisión a una mujer por permitir que su marido propinara una paliza a su hijo.
Entiendo que este juez no sabe nada de violencia de género, y no sé qué tipo de defensa habrá tenido esta señora, porque si conoces la teoría del derecho penal y entiendes cómo funciona la violencia de género, esta sentencia no tiene sentido.

Las mujeres víctimas de violencia de género son mujeres que han perdido toda autonomía y poder de decisión; son víctimas de agresiones. Ellas se convierten en pasivas y viven con miedo y temor a hacer cualquier cosa, puesto que si no hacen lo que su agresor entiende que han de hacer, reciben un duro castigo. Viven mientras el agresor decida que pueden vivir. Viven porque aprenden a sobrevivir, ellas y las personas que viven bajo el mismo techo que el agresor, para quien las y los hijos menores son meros instrumentos para seguir ejerciendo su violencia.

El juez ha estimado que la madre omitió el deber de socorro. Que ella tenía que haber hecho algo para interceptar el daño que el maltratador causó en el menor.
Ella que no tiene autonomía.
Ella que no tiene poder para decidir.
Ella que no puede ser la garante de la seguridad del menor, puesto que ni siquiera es garante de su propia seguridad.
Ella que es la víctima irá a un centro penitenciario, un sitio donde se supone que han de estar quienes son apartados de la sociedad porque han cometido un delito y no merecen vivir al otro lado del muro.

Sólo espero que ella ahora pueda acogerse a algún plan de medidas para mujeres víctimas de violencia de género en la cárcel y pueda empezar a dormir segura, porque su agresor ahora sí, está al otro lado del muro.