deseos cruzados

Estoy pensando últimamente en los deseos cruzados, porque yo soy deseada por quien no deseo; a su vez yo deseo a quien no me desea, porque desea a otra persona.
Eso que yo sepa.
Que no sepa ya la repera, porque puede que quien me desea a mí, también sea deseada por otra persona, y puede que yo sea deseada por otras que ni me imagino y así enlazando una con otras se arma un jaleo que no veas.
Todxs estamos unidxs por hilos invisibles de deseos que se cruzan a veces en miradas que lo dicen todo, a veces en miradas que lo ocultan todo.
¿Y qué hacer con este jaleo?
Pues no tengo ni idea.
Para ir saliendo del paso, que esto me lo olía yo, decidí hace tiempo ex–tasiarme y no me ha ido mal: estas como un poco pedo eso si, que no te enteras mucho de todo, te cuesta un horror levantarte, concentrarte, mirarte y reconocerte, pero bueno, te cuesta pero lo haces, qué remedio...
Además he vuelto a acudir a la terapia del “ponte guapa” y saco del armario esos vestidos que no suelo ponerme, me calzo esos tacones que no suelo calzarme, me pinto los morros y me lanzo a la calle a ver si en vez de atraparme la ciudad a mí, la atrapo yo a ella.

Aunque hay veces que desaparece, como ayer, que fundida en un abrazo inesperado, se fue de repente: adiós a sus luces, sus gentes, sus misterios... y me quedé sola, abrazada a un deseo imposible, en el abismo del vacío más brillante que he vivido jamás.
Fue solo un instante, pero desapareció todo Madrid, y me quedé más ex–tasiada de lo que estaba, un poco jodida, pero qué le vamos a hacer.

Hoy lo he hecho todo: vestido, tacones, pintamorros: voy hecha un pincel, porque sigo con mis teorías, a ver qué tal...